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miércoles, 16 de abril de 2014

Pyme

El hombre se levantó temprano tratando de recordar un sueño, que por una extraña razón, pensaba, le era imposible rearmar, reconstruir, como un juego de encastre onírico. 
Se despertó algo desesperanzado; los devenires diariamente repetidos, rutinarios; las órdenes; las caras de nada de todos los días; y su reflejo en el espejo lo veía más viejo. Así, luego de los pormenores matinales, se encamino con decisión pero profundamente obligado.
La fabrica era pequeña, una de esas pocas sobrevivientes de la ruina y el saqueo político, rebautizadas “pymes incipientes”, motor productivo de la Nación, que, paradójicamente, la había abandonado ya hace tiempo. Doce operarios, tres administrativos, el gerente, dueño o patrón, según quien se dirigiera a él, y el guardia, sereno, maestranza, bueno... un poco de todo, un tipo realmente voluntarioso y extremadamente necesario.

Nuestro hombre era uno de los tres administrativos, se encargaba de una parte contable, liquidaba sueldos y realizaba menesteres comerciales de la empresa, amen de algún encargo del gerente, dueño, o patrón, con una parsimonia que no era tranquilidad sino desdén y hastío. El sueldo era miserable, la relación con el gerente, dueño, o patrón era fría y distante; y sus otros compañeros de sellar, imprimir y calcular, se sentían quizás igual o peor que él.
Pero nuestro buen administrativo, estaba completamente seguro de no ser una persona común, se juzgaba alguien exclusivo mientras hacía el arqueo de caja, aunque la mecánica del trabajo “común” que realizaba le aclarase lo contrario. Inmediatamente intentó conformarse con la idea, de que al ser todos distintos, nadie en realidad podía ser del todo común, y contrapesó este razonamiento con la medianía, conjugada con esa inevitable automatización de los cálculos, y su ilusión de originalidad, quedo destruida como una mala impresión, se esfumaba otra vez una chance de salir del anonimato, de que sucediese algo inesperado, eso, inesperado-rumió-todo lo que viene últimamente no necesito ni esperarlo, se con certeza que se sucederá, negarlo sería estúpido, aceptarlo degradante, he aquí la encrucijada.

Y existía solo una solución, una vía única, el cambio. No estar cuando llegue, llegar tarde o no llegar, pero... el destino... el destino pensó, era tal vez otra excusa para no pelear, para no levantar los brazos, se recriminó mientras se dormitaba.

Llegó la hora de salida y saludó personalmente a todos los que pudo mientras lo miraban con extrañeza.

Garras

Una música cadenciosa y los pájaros dormidos
están silbando una fuga del alpiste
está el alma llena de moretones
estamos estirando las alas
y quizá jamás volemos
Un taladro intermitente y el sol, la luz
somos, mañanas silenciosas, pasados vivos
somos la información y el desconcierto
somos lo que hicieron
y tal vez seamos
Una música gymnótica y los pájaros despiertan
están taladrando la pared semifusa
está la mente llena de murallones
estamos afilando las garras
y es muy posible
que nos elevemos.

Los demás reptamos

Solo un equilibrista es feliz en la cornisa
Siente que despista seguro en la carrera
Y arremete cual toro en la corrida
Hacia su propia guerra
Hacia una muerte lenta.

Pero sabe el equilibrista curarse en cada partida
Frecuenta la delgada línea entre dios y el destino 
Y así camina preciso en su cielo.

Pero bien sabe el equilibrista preservarse del camino
Solo un equilibrista es feliz en su cornisa
Entonces para él.

Los demás reptamos.

Eternauta

Presente, ya alcanzaste el porvenir
y no sos mas que pasado
Con tu persistente muerte, 
y esa pertinaz resurrección
Ya es la hora, 
se hace tarde por vivir con relojes grabados
De un tictac inerte 
hostigando a las agujas en procesión.

Pasado, recién dejaste de ser presente,
sos deja vu del destino
Como una sombra del tiempo 
y un reflector para avanzar
Arrasado por los días,
latente pero conocedor del camino
Yendo a contraviento, desandando realidad.

Futuro, imprevistamente esperado
o irrevocablemente ilusorio
Castillo de cristal, desierto y paraíso mental
Será tu momento inexplorado,
tu desdén premonitorio
O este fatal desacierto de tener que terminar

Anteayer fue mañana 
y pasado quien alcanzará 
Se vuelve imprescindible ese clima del alma
a contar por contar
Me quedo para siempre
con esos minutos que saben esperar
Pulsaciones humanas directo a la infinitud de la eternidad.

Me niego a firmar

Hay veces que la flor solo es de invierno
anoto en el cuaderno de olvidar
otras tantas, marchitas en primavera
se insolan de dolor y desesperanza
la panza tiene mariposas larga vida
y a la vera del destino suena el infierno
Hay mucha veces que nada es nada
y cuando todo parece nada, algo
parece casi y todo lo pudiera salvar
otras de esas, son una de aquellas
registro en las pupilas de mi sien
se retuerce el pasado, se estruja
y chorrea viento, sol y vereda
queda eso, falta mucho mas
me niego a firmar.

martes, 15 de abril de 2014

Crónica de los días floridos

Cronica de los días floridos
Presiento un tiempo circular
Un circuito fatal
Y un pasado a mi nombre.

Sospecho el bienestar
La malevolencia




Y esta, mi fe
Que no sabe a ciencia cierta

Pero resulta convincente.

Los días floridos
Las noches del alma
Y un sabor desolación

Tus dulces en el umbral
Tus pupilas vivas
Y la verdad en tus manos

Presiento un cielo fugaz
Este circulo del alma
Y mí pasado a tu nombre

Así comprendo la distancia
La luz de aquel día
Y esta, mi fe
Que no sabe de lejanías
Que te espera innegable

Tus recuerdos para siempre
Los días floridos
Y mi crónica de amor, 

sábado, 28 de diciembre de 2013

El sueño de un cuento

El sueño de un cuento

Un hombre cualquiera, pogásmole Ricardo, nos lleva a una persona de entre 25 y 40...más quizá, pues tenemos que llegar a un acuerdo, si ya tiene su onomástico, el hombre tiene una edad, años recorridos. Pactamos 39 ( las piedras en la quiniela y no va a ser casualidad ). Claro que no importa que Ricardo tiene 39, podría ser Lucas de 32...pero hicimos un trato arbitrario y Ricardo ademas de 39 tacos, es pelón, no calvo, no rapado skinhead, tiene pelo a los costados, abundante para mi gusto, no sé el de usedes, al menos no realiza una acrobacia capilar intentando arropar un pedazo de piel delatora. Entonces Ricardo de 39, pelon el muchacho, carece de canas, lo han imaginado con panza, podría haber sido un atleta olímpico, pero es muy probable que tambíen lo situen sentado y en camiseta pero sería un tipostereo, un cliche remanido, necesitamos distinguirlo de infinidad de Ricardos Gonzalez, y allí nos obliga nuestro querido pelón a imponerle estirpe, ascendencia, bah, un apellido. Ricardo Stacafuzza, pero no es pizzero, ni panadero ni tampoco ingeniero, el señor Stacafuzza, vende marmol. Pule, corta, carga, descarga, pule, corta, carga, descarta. Ya no es un ser ignoto, pues Roberto, duerme, come, tributa, grita, mando dos sms juntos, bosteza y carga la SUBE. Tiene el vicio de fumar y el placer de soñar, pule, sueña, y a veces canta, mal. Será Roberto un hombre solitario...un ser gregario rodeado de amigos, un amante apasionado...es lo que hubiera querido ser. Ricardo se va a dormir el sueño de un cuento.
Así es como nuestro personaje está en REM, quinto sueño.
Debo confesarles que es este una especie de contrato fraudulento, donde el lector debe aceptar que prejuzgue sus intereses e inquietudes, y que no tenga mas elección que aceptar amablemente le "invite" a construir un tipo como vos y/o yo. 
Ricardo Stacafuzza, está soñando este cuento ahora, en parte yo también estoy siendo coercionado por él, admitámoslo. El marmolero pelón, puede hacer lo que quiera con nosotros hacedores de ilusiones, pues su vida es ahora: Diurnamente, pule, corta, descarga, y descarta, pero en los terrenos oníricos se pone en la piel de cualquier ser vivo. Convengamos que si se va a soñar no se va estar escatimando antropocentrísticamente, disculpen el empecinamiento, son solo muchas letras, pero suma y así es que puede ser animales voladores, el gran sueño, volar, puede ser sueños proféticos y tortuosos con bombas de hidrógeno, sin identidad, puede que a veces nos ocurra que Ricardo se nos piante y haga las suyas, entonces viaja a Escocia, dice que  ama el wisky de buena calidad y no pierde ocasión de explicar porque lo que ofrecen a módicos valores no es una bebida alcohólica obtenida por la destilación de la malta fermentada, y casi lo espeta como un prospecto, es detestable oirlo, a ustedes puede que les caiga bien, pues es su asunto, él dice que eso es simplemente basura. Don Stacafuzza tiene un gran inconveniente, no sueña a piaccere, no vaya a usted a creer que íbamos a ser tan obvios, el hombre de 39 que es la lluvia quinielísticamente chamuyando, no es de piedra, y llega a soñar los pesares ajenos, los amores perdidos del vecino del departamento de arriba al que mira fulero en el ascensor por la mañana. Pero por suerte o desgracia, suena el despertador y Ricardo se despereza y la voluntad puede mas que la ilusión.
Y es cierto que por su perseverancia, Richard, tengamos un poco de condescendencia con el tipo que nos revela sus sueños, el lado oscuro de sus lunas, sigue adelante. Pues bien, su día fue cansador, pulió, cortó, rebasó...descartó. Miró televisión, y como es un "exquisito" con el whisky lo es con el cine. Hollywood es la cuna de la propaganda del imperio repite hasta aburrir, ahí estoy con él, pero el muchacho exagera y es capaz de ver una película ucraniana en blanco y negro, tediosa, lenta y sin final con tal de no consumir películas yankis. Es bastante irreductible, demasiado, pero quizá sea por eso, por su dureza, que puede manipular mármol. Hoy va a soñar una pesadilla...una de esas que preferis no "vivir". Pone el despertador a las 6 y se duerme como un niño después de una caricia.
Entra en ese estado en el que la realidad empieza a difuminarse y se ve claramente que uno abandona la vigilia. Está sentado debajo de un árbol de moras, con la cara manchada y la panza llena, aparece alguien que son dos personas a la vez, dos malas personas que lo patean en el suelo y le dicen, no juegues con la moral, el moral escupe él, entonces lo vuelven a sacudir de manera ultraviolenta, de repente se encuentra en el medio de una vía pero lo trenes vienen por el mismo carril enfrentados, Stacafuzza en el medio sin poder moverse, las locomotoras lo iluminan y hacen sonar su bocina, estático, aterrado y transpirado se despierta media hora antes del pi pi pi pi...ahhh.
Maldice sus recuerdos y mientras se despereza recuerda un pedido que no se hizo el día anterior. Ricardo es duro, pero quisiera llorar.
Convegamos si prefieren seguir en esta especie de tácito acuerdo, que quien suscribe se ve en la necesidad de presuponer, prejuzgar y hasta falsear el destino de Richie, se me dá que puede llamársele así, le sería indiferente a nuestro protagonista, pero no Ricardito, varias peleas desataron su furia y la burla obvia del que sabe que te ofende, es ahí cuando el amo juega al esclavo. Pero nunca jamás, llámese pelón a Ricardo Stacafuzza, eso sería entrar en terreno peligroso, no acepta raparse, recortarse, empecinado en su antigua melena, subsiste hace ya años este drama capilar. Una cosa es ser pelado, y recortarse , emprolijarse, pero parecer Larry es ridículo, existen las afeitadoras. 
Debo entonces también sospechar que nosotros no queremos saber que hoy, mañana y pasado Ricardo pulirá, cortará, refilará, y por fín descartará cual retazos de piedra marmórea, los restos del tiempo que le quedan de descanso y ocio.
Pero Ricardo es un soñador, y no en los términos de una persona con objetivos y metas, el pelón
( no se preocupen nunca podrá leer estas lineas ni las demás ) es un dormilón, porque ocultarlo, su atracción por la cama llega al punto que el orgasmo es para él la mejor manera de, dormir, dormir placenteramente, y lo dice con tono cadencioso como si entrara en las manazas de Morfeo.
Hoy sueña algo no tan extraño si tomaron nota de los detalles precedentes. Richie, me estoy encariñando, sueña que se encuentra en una parrilla de Puerto Madero almorzando con absolutos desconocidos, y eso es por el hecho de que se ve de espalda, con sus pelambres laterales batiendo como ala de avestruz desubicada, debe ser frustrante tener un espejo en la espalda.
Junto a su mesa una familia toma fotos, y el oye siempre la frase, mamá, no puedo dejar de ver al pelón, me sale siempre en la foto. Él quiere darse vuelta, salir del plano fotográfico, o tirarse al rio, solo con la intención de no oir pelón. Se despierta fuerte como el mármol de carrara y ni se peina el guacho. Y asi abandona su hogar muy temprano, con hidalguía y retumbando en la sabiola el chico diciendo, mamá...
Las aficiones, los gustos de una persona dicen mucho de él, uno es lo que hace, creo, y lo que deshace también. Sabemos que a Rickie (ahora se "nos" antoja apodarle de esta manera) le gusta el buen whisky, las películas que no sean comerciales ni norteamericanas, y podemos darle en su impronta de hombre resistente un cariz digamos, humanista, pongámosle. A Ricardo le gustan las flores, las aves, los animales domésticos, pero en especial los gatos, y justica su afinidad con los felinos destacando que todos los intelectuales tienen gato, y él en cierto modo lo es. También es cierto que su trabajo no le deja demasiado tiempo, pero el se encarga de leer, ver pinturas, quizás no como el querría yendo con Elisa, su novia de la infancia con la que nunca llegó a casarse, debido a la larga enfermedad de sus padres, que aún subsiste como el amor que se profesan. Ella es su confidente, su asesora espiritual dice él, intentando disimular la frustación de no haber podido concretar su sueño mas preciado, una familia. En este punto del relato, muchos solos y solas se preguntaran tal vez, porque debe estar acompañado, porque no un solitario por propia elección. Pues por el mismo motivo que le gustan las flores, las aves, los perros y sobre todo los gatos. 
Admira cierta indiferencia de ellos, su forma de amar, muy parecida a la suya. Especial, nos dirá si le preguntamos, o no dirá nada. El pelón es reservado, pero sabe profundamente del poder del amor. A su manera y como casi  todos, ama la vida. Sabe fehacientemente (término con carga emotiva muy desfavorable) que el amor es el motor, que sin él uno es casi nada, una especie de muñeco que habla y parece una persona, pero con un alma en off.
Mi amigo Stacafuzza duda de muchas cosas, pero de estas no. 
Su único malestar es la vividez de sus sueños, eso lo traumatiza, anoche soñó que estaba en una cocina, habia una mesa y una silla vacía, hablaban, y hablaban de él, con él, pero mirando hacia la silla vacía, lo felicitaban, pero la frase que mas lo persiguió durante el día fue: Mientras sea sanito...va a venir con un mal bajo el brazo. Mal...pan pensaba en el sueño, el pan es bueno, no malo, Pan, no mal. La silla vacía y el mal bajo el brazo, murmuraba mientras pulia, cortaba o descartaba. 
Mal.
Bien, Ricardo nos va soñando el cuento, y nos va contando el sueño, claro que él no tiene ninguna intención de revelarse ante los otros, mas bien parco, solo recuerda haber contado alguna pesadilla a su madre de pequeño, pero Ricardito (me pegaría un bife, pero yo no se lo escribiría, uno tiene su dignidad) jamás andaría por su vida revelando su misterio, y tiene una especie de halo intrigante, quizá por ser silencioso, como los gatos. Nunca pondría al descubierto sus miedos y menos aún sus deseos.
Hoy es sábado, frustrado bajista de heavy metal y concurrente de recitales bien pesados, hace años abandonó su pasión por otras mas burguesas, como si el rock no lo fuese. Desearía estar sobre el escenario, pero se resigna a quedarse en su casa y ver una película polaca que narra las viscicitudes de un hombre y su batalla contra sus recuerdos, a color, una película densa, cargada de simbolismo que él ama dilucidar, descifrando escenas que a cualquiera aburrirían, y es tanto así que en un momento se queda dormido.
El reloj marca las dos y media pasadas, el ronca, y mucho.
Sueña que es una niña de unos 3 años, de largos bucles negros, y mirada pícara. Está jugando en el patio sola en el conventillo donde vive. Uno de los habitantes del lugar pasa por al lado de ella y le pregunta a qué está jugando, ella lo mira con el ceño fruncido y no responde palabra alguna, no puede en realidad, esa cara es la de él mismo, ese hombre también es él, y lleva como en sus tiempos de rockero la calva con el pelo largo, la madre mientras tanto esta  lavando en un piletón, entonces la niña se da vuelta y espeta: Mirá má, ahí llegó el pelado melenudo.
El sigue soñando cosas superfluas, recorre lugares de todo tipo y en cada uno de ellos lo reciben con un apretón de manos, y la frase, aquí llegó el pelado melenudo, se siente muy incómodo, pero nunca percibe intenciones denigrantes sino todo lo contrario, como si aquel "pelado melenudo" fuera un título nobiliario, como quien anuncia: Hace su entrada el excelentísimo Conde de Floridablanca. Es raro piensa, qué mérito puede tener ser pelado y a su vez poseer una melena incompleta. Suena Iron Maiden, oye la voz de Dickinson, se hace paso entre la gente y lo ve igual que al hombre del patio. 
Suena un despertador que puso para no perder la mañana de domingo. Ricardo quisiera no recordar el sueño, y duda el haberse recortado el pelo ese día.
Se dirige a la marmolería y camina con el tiempo necesario para mirar pájaros, pero además Richard espera su recompensa,  no, eso no, simplemente plumas. Se jacta de poseer 153 plumas, pero no aclara si son de distintas aves cada una, así es como se arrima al pie de un árbol y recoge una pluma de torcaza, la guarda cuidadosamente y entra a su trabajo, cortar, pulir, refilar, devastar, y descartar.
Se duerme tarde, una pelea de boxeo antigua lo entretiene y se queda dormido en el sillón. Siente calor, se topa con la copa de un árbol con flores amarillas, unos insectos pululan a su alrededor y lo molestan, ahí es cuando se percata que tiene una cola, pero sobre todo una trompa, larga, rugosa y con dos orificios, es un elefante. Siente sed, está en la sabana africana, el agua es escasa, pero al pensar que podría ser elefante en la india, de súbito se encuentra al borde del Ganges para saciar su sed. Se baña, mientras ve pasar un muerto incendiado, se aterra, sale dificultosamente del agua y aparece en una ciudad, cuatro hombres intentan atraparlo, gritan cosas entre ellos en un idioma que no comprende.
Ricardo se levanta cansado, como si hubiera tenido que cargar con la osamenta del animal, siente un extraño sabor en la boca y le cuesta olvidar el sueño.
Se dirige a su cama y sueña que es él mismo tratando de atrapar al elefante en medio del centro de una ciudad tropical, el elefante le habla, claramente le dice, chas chas en la colita, en un principio se ríe, luego queda estupefacto, es un cerdo, y corre desaforado, lo quieren carnear, el hombre del cuchillo y la mirada decidida lo confirman. Chas chas en la colita grita el matador y le clava en la traquea una daga. El no siente absolutamente nada y sigue soñando que es otra especie animal que no corre peligro. Es un condor.
Pero Ricardo vuela bajo, planeando poco y tratando de elevarse. En su negocio tiene como socio a un viejo compañero de la colimba, clase 74, marina, mucho trapo, pintura y desprecio, un buen lugar para buscar algo de lealtad. Y así fue como un día le propuso usar la indemnización por retiro forzoso de ferrocarriles, cuando dejaron de ser de la Nación, cuando aún eran de todos. Mario Pitaluga tiene una personalidad completamente diferente a la de nuestro imaginario amigo, cuando se conocieron Ricardo le dijo: te molesta si te llamo Marito, a lo que él respondió, por qué me molestaría, si soy un pendejo, pues siguen llamándose Ricardo y Marito el uno al otro, con una lealtad mas allá de la amistad, se entienden, son un contrapeso ideal, Ricardo jamás vendería un cacho de mármol, en cambio a Mario le falta la perseverancia y la paciencia que se requiere para trabajar el material.
Se saludan en la puerta mientras Rickie pone el candado y la barreta, Mario a unos metros vigila el movimiento alrededor, son la siete de la tarde y aunque hay luz, es mejor estar atentos.
Come bien, cocina no abundante pero elaborada,  sana, sabe cada vitamina de cada vegetal, los minerales y el nivel proteico de su alimentación, y si bien no perdió la línea, los yeites de gimnasio le hacen saber que su índice de masa corporal se encuentra dentro de lo normal, y no de lo que él querría.
Se acuesta y se duerme en nueve minutos, poco más poco menos, el día fue extenuante.
Sueña que es Borges, tiene esa voz tan característica, habla de espejos, de laberintos, de guapos y arrabal. Está sentado tomando un café en el Tortoni, suena una orquesta típica mientras diserta  con su amigo Bioy, pero Adolfo tiene la vos de Marito, dice las mismas cosas que Marito, lo que pone incómodo a don Jorge Luis que maldice el empecinamiento en el Jorge Borges, y se dá cuenta que todo esto ocurre en inglés, el piensa  en inglés, un idioma que desconoce por completo y que además detesta por motivos ya obvios. Se contradice a sí mismo y el escritor escruta el tipo de mármol de la mesa donde se debate el tipo de veta de la piedra, y al pensar en esta incongruencia, el mármol se convierte en un tigre que le dice con una voz cavernosa: Solo sos el sueño de alguien más, de otros, de muchos más de los que pensás.
Así despierta encerrado en una encrucijada y sospechando de nosotros.
Es un domingo más, un día que Rich, aprovechemos que está en el baño, va a salir, no sabe donde aún pero su cabeza piensa destinos y hace evaluaciones innecesarias. Recibe un mensaje de texto de Elisa que lo invita a Plaza Francia, le gusta ese lugar, pero más el cementerio. Así es que recorren la última morada de, en general miembros de las familias mas acaudaladas y poderosas del país, salvando la tumba de funcionarios y leyendas políticas que eran lo uno y lo otro también. No todos. En los nichos y mausoleos puede verse quien cayó en desgracia dentro de la misma familia rica, quién como lider representa conmueve y sigue convocando, muchos gatos y leyendas, mitos y verdades de esos muertos. Una salida oscura. 
Luego irán al parque con su feria y sus artistas y Ricardo hablará mas que de costumbre porque está con Elisa, ama a esa mujer, y confía ciegamente en ella. Le es fiel con el alma. Se paran un rato sobre el puente sobre Figueroa Alcorta y ven pasar los autos a mucha velocidad. Caminan por Recoleta y se detienen a esperar el mismo colectivo que los llevará al barrio. Ricardo quisiera invitarla a su casa, lo hace y recibe una respuesta que ya había escuchado antes. Elisa dice: Demasiadas horas sin mí y mis viejos se ponen mal. Fin de la charla.
El come dos porciones de pizza fría mientras mira Facebook, nada interesante o nada que lo interese. Mañana será lunes y comienza la semana. Ordena pedidos, compras y apila mármol en su cabeza. Su sueño es pesado.

El sueña, sueña que fue muerto a balazos, un anarquista expropiador, falsificador y allí es cuando se pregunta como es posible soñar si uno ya murió, se autoresponde: Porque es sólo un sueño, hasta que se ve finalmente en su velorio. Pocos lloran, pocos son, Elisa le habla del cementerio, y le dice el domingo que viene vayamos al río. Pero el le aclara de su deceso y la imposibilidad de hacer una excursión en sus condiciones, ella ríe a carcajadas, todos, ahora son más, rien fuertemente. El se levanta y se encuentra sentado en un bar, Elisa ya no es ella, se transforma en su abuelo con la voz de Olmedo, que le dice: No jodas con la muerte. Ricardo intenta preguntar y escucha, yo soy la muerte, no sueñes con tanta ligereza.
Despierta asustado antes que suene el despertador. Mario ese día lo pasa a buscar, tiene tiempo de bañarse y tomar unos mates escuchando la radio, se oye un locutor a ritmo de noticiero, la víctima cruzaba un puente del barrio de Caballito, cuando fue interceptado por un delincuente que lo apuñaló, este ingeniero de 43 años es el caso número....la muerte sigue allí. 
Suena la bocina, a trabajar.
Cuando Ricardo era Ricardito, se sentaba en el umbral del departamento donde vivían a contemplar. Pensaba diversas cosas, triviales algunas y profundas otras que lo desconcertaban. Así podía estar horas. Su Tía Nora decía, este chico no anda bien, eso no es normal. Se equivocaba. El niño jugaba y se divertía sólo que esa actitud era incomprensible para su televidente tía. Su abuelo solía reirse de los comentarios al respecto, su hermano mismo opinaba que pensar mucho era peligroso y podía llevarlo a la locura, la prima más grande afirmaba que iba a ser artista. Su padre solía no opinar, bah, de nada casi. Su madre a su vez, no perdía ocasión de repetir hasta el cansancio...será lo que deba ser...y ahí es donde Rickie tecleaba en su infantilismo: es mejor elegir algo a ser nada, nadie.La vida de las instituciones le iban a confirmar que ese concepto era algo mas abstracto, estudió, aprobó, fichó, pagó, tributó y canceló deudas en planes de pago. Es imposible ser nadie si no escapás del censo. Así y todo en el castigo (jamás en el premio) la maquinaria te rastreaba, aún en la indigencia indocumentada, para ir preso.Salió caminando a la marmolería con esos recuerdos, cuando de frente se encuentra con un amigo del barrio, de la infancia.- ¿Qué hacés Pablito?- Pablito...jajaja...gracias Ricardo! Tanto tiempo!- ¿Qué es de tu vida?- ¿Qué era eso? No me hagas caso...esto se termina.- Espero estar entendiendo mal. No sé si sabés que tengo una marmolería justo acá a tres cuadras. Pegate una vuelta, por favor, no seas pelotudo.- Dale. Gracias, Ricardo.- Adiós.Se detuvo a mirar sobre su hombro, Pablo ya había doblado en la esquina. Recordó su infancia y se abocó a sus tareas. Cortó, pulió, refiló, devastó y se tomó el trabajo de descartar y ordenar cada recorte como una especie de rompecabezas para ahorrar espacio en el depósito. Se fue mas cansado que de costumbre y durmió como soñó, largo e intenso.Estaba en Nueva York, quinta avenida, de repente se crea en sus pies una diminuta rotonda y a su alrdedor cientos de calles y él como centro. Los transeuntes parecen no verlo o no lo veían porque era invisible, o era un latino mudo. Cuestión que no lograba ninguna referencia, alguna dirección había que tomar. Pero al dar un paso se halla sentado en aquel umbral con Pablito que no paraba de hablar, hasta que un arbol le dice sin preámbulos:


- No podes talar la vida y sin raices no podemos vivir, yo se que te dije esto hace años, Ricardito. Quizás no lo recuerdes.Y desparecieron junto con Richie para encontrarse en el centro de Buenos Aires, sólo que ahora sus extremidades tenían brotes y empezaban a florecer, el árbol, un jacarandá le sonrió ligeramente. Despertó, y se palpó los brazos, los pelos seguían ahí e inspiró una bocanada de aire para amigarse con la realidad. El despertador ya había sonado y no quería llegar tarde. Pablo podría aparecer temprano, se ilusionó.
Ricardo, como acordamos otras veces inconsultamente (pues ya sabemos que es duro, medio seco en su carácter) tiene una personalidad determinada pero no hemos tenido en cuenta su carga de violencia. Suele contenerse, quizá por demás, pero todos tenemos nuestros días de furia, y este miércoles va a ser uno de ellos. Mario debe salir y él, a regañadientes y porque realmente no le queda otra, debe dividirse entre el trabajo y la producción con la venta y atención al cliente. Atiende algunos llamados, bien, sin complicaciones. Se empieza a preguntar si no será una inseguridad propia la fobia de enfrentarse a las ventas, a convencer y su lugar "en el fondo" del taller, como un refugio. Hasta que todo da el giro esperado. Desde afuera tocan la puerta y distingue una silueta de una mujer mayor.
- Entre señora está abierto
- 'Es muy pesada esta puerta muchacho! (Uuuu...bingo, pensó)
- Deje yo le abro
- Gracias joven
- Ah, ahora la recuerdo, ¿Se decidió al fin?
- Sí mijo, siempre estuve decidida, pero el problema no es menor. No estamos hablando de una mesada, de las lajas del jardín, imagínese que conviví con ese hombre, que entre nos, no creo que merezca tanta dedicación de mi parte, y así fuí toda la vida con él, en el fondo es mi culpa yo le consagré mi vida y a una le pagan de esta manera. Porque yo para él quiero lo mejor, aunque ya hayan pasado seis meses, su tránsito al otro mundo como Dios manda, por eso no termino de decidirme, el marmol negro en una lápida será muy moderno, pero Obdulio siempre fue un tipo optimista no va con él, blanco, je, tampoco vamos a exagerar como esas chicas que se casan de blanco y ya tuvieron varios novios, que poca vergüenza, cuando yo me casé con el finado que el Señor lo tenga en la gloria, cuatro años de novios y no me tocó un pelo, porque mi madre que descanse en paz, una santa, se sentaba en el medio del sillón, Obdulio a su lado y yo al de ella y guay de hacer un comentario de más, lo despedía muy cordialmente hasta la próxima. Ahora pienso, un mármol rojo, es pasión y la verdad, si la hubo, ya me olvidé. Podría ser gris, no desentonaría con una vida de sufrimiento, porque se deslomó y nunca nos hizo faltar nada. La hora que se me hizo, mirá que sos charlatán nene. Mirá lo voy a seguir pensando y vengo a la tarde.
- Como usted quiera.
- Como Dios quiera querido, el hombre propone...

La señora abandona el local sin esperar el tan mentado Dios dispone y un pequeño tic en el ojo de Rick lo remite a un simple reflejo nervioso y lo conduce directamente hacia el fondo mientras que Mario que está entrando le pregunta:

-¿Y, como anduvo todo?
-Mortal! Y desparece en el depósito.

Esa noche sueña que es un tanatopráctico, o sea, un tipo que maquilla, restaura y hace parecer a alguien occiso una persona con cierto aspecto vital, una especie de muñeco sobre el que lloraran y dirán lo buen hombre que fue en vida. Se encuentra en esta extraña tarea para él, que realiza de manera mecánica, hasta que golpean la puerta, son las cinco de la tarde y el velorio es nocturno. 
- Abrime la puerta muchacho que es muy pesada.
A Rick le parece ver que el muerto mueve la cabeza con un gesto de negación, casi un ruego.
El abre la puerta y es una gallina a la que intenta espantar pero que terca se introduce en la casa velatoria. Él corre a cerrar el cajon, por los ojos, lo primero que atacaría ese animal, pero no llega a tiempo y divisa a la gallina farfullándole al muerto posada en el borde del ataud.
- Obdulio, (que ahora  es él mismo en el féretro, oye) estan haciendo un buen trabajo, pero vengo a molestarte en tu eterno descanso porque no hay caso, en la marmolería no dan pie con  bola, mirá que fuí varias veces, vos el mármol de la lápida ¿Cómo lo querés?
El muerto responde claramente con la voz de Mario.
- Tengo un mármol veteado beige, que me parece el más conveniente.
- Ves vos sí me entendes, la cosas han cambiado mucho, o yo quedé rezagada o todo va demasiado rápido.
- La muerte no. Me descompongo muy rápidamente.
- Con este clima también, está insoportable, y la señora se transforma en Libertad Lamarque, que se dá vuelta y canta, dejame no quiero que me beses por tu culpa estoy viviendo la tortura de mis penas, avíseme cuando está listo y lo paso a retirar, Mario.
- Por supuesto y se lo envío donde disponga señora.

Se despierta con muy pocas ganas de ir a trabajar. De chico supo descogotar gallinas y siempre detestó a Libertad Lamarque con esa vos chillona, nasal y esa cara de fingida inocencia. Y así, medio puteando, va silbando Madreselva, un tango eminentemente marmolero. 
Usted, amigo lector, se preguntará que historia estamos contándonos. Y es que nuestro protagonista tiene una historia rica, quizá no para hacer una película de aventuras, pero convengamos que sus sueños requerirían millones en producción. E intuyendo el caracter del pelón, Ricardo (un poco de respeto) creo que sería de bajo presupuesto y solo sus sueños, lo cual no es poco pues estos expresan lo que está subyacente, por debajo de esta incoherencia que llamamos realidad, entonces la realidad (que es una simple e individual percepción) no existe y se da vuelta la mano de la partida, entonces juega a mas ese bebé armado, ese perverso ángel que encripta lo que se le antoja  y ofrece múltiples significados. 

Pasando por alto su rutina diaria, dirijámosnos al lecho, a sus aposentos donde cada noche sueña algo que recuerda con lujo de detalles, ese es su karma o su bendición, el tiempo dirá. Richard está dormido, sus ojos cerrados se mueven rápidamente bajo los párpados. El está desnudo en la plaza de los dos congresos, se asombra que todos lo estén, y hasta se detiene a observar como la ropa oculta lo mejor y lo peor de los cuerpos. Algo le llama realmente la atención, ninguno está descalzo, un chico le comenta al padre apuntando los pies de nuestro personaje y dice con vos de sacerdote, esa mezcla de tranquilidad y lenguaje parabólico: Detén tu pie de la casa de tu vecino, para que harto de ti no te aborrezca.  Martillo y cuchillo y saeta aguda, Es el hombre que habla contra su prójimo falso testimonio. Diente quebrado y pie resbalado, sálvate hijo mío. Desaparece y está en un shopping, la gente desaforada consume, comenta y observa las vidrieras como buscando verdades. El ya no está desnudo, todo lo contrario, viste un traje a medida de una tela costosa, camisa y unos zapatos que le hacen sentir que se queda pegado al suelo, logra caminar unos pasos hacia una escalera mecánica como cinta de moebius, cuando baja vuelve a subir, y así un tiempo que le parece muy largo. Por fin sale a la calle, al barro, está en la entrada de una villa, lo miran extrañados algunos, y con cara de depredadores otros, pero Ricardo entra sin pensar.

Lo agarran dos mujeres y lo hacen entrar amablemente en una casa, pasan dos piezas y en la última hay un vieja canosa y con una expresión de fastidio.
- Por fin trajeron al cordero
El se sienta frente a ella que le tira las cartas, pero no puede creer, y hasta se ríe, pues son figuritas de las que juntaba de niño. Y la primera que sale es la última que consiguió para completar un album que ya no recuerda.
Es un jugador de fútbol. Mc Neally de la selección de Irlanda, un jugador mediocre, pero fuerte en la defensa. Un cuatro no tan valioso como la figurita aquella que tanto le costó conseguir.
- Aún no lo completaste- le dice con mal modo la bruja villera
Él se cansa de decirle que sí, que fue difícil pero lo hizo.
- Eso es lo que vos creés. Andate ahora y buscá, que solo así se encuentra...
Continuará…




viernes, 11 de octubre de 2013

TRINCHERA DE METÁFORAS: Y ENTONCES

TRINCHERA DE METÁFORAS: Y ENTONCES: Y ENTONCES       Y caminé descalzo, hundiéndome en la hierba       Y atravesé la nada, que me miró a los ojos       Y dancé al sol,... y nos pedimos.

sábado, 28 de julio de 2012

Amar es dar valor

Esperanza maniatada de frustraciones
ya los rincones me reconocen bien
quien sabe la puerta de salida a la paz
que haz de luz que no sea el del final
podrá salvar esta mi alma mareada
que pavada mas podría pergeñar
jugar solo con mi barba en la vereda
cuando queda bochornoso simular
y andar esquivando el futuro tozudo
un boludo bueno resistiendo madurar
lanzando piñas al ayer embalsamado
golpeando a los corazones que quedan
confesando que no pienso escapar
andar el camino deshaciendo pasado
amarrocando centavos de dignidad
pero sobre todo amando sin lastimar
que de eso quizá se trate la vida conclusa
sin excusas, sin abandonar, sin odios
ya no harán falta explicaciones
basta de mirar el dolor de reojo
valentía es simplemente aceptar
que la verdad no es de nadie si se usa
para justificar resignaciones y caídas
y hasta que pueda aún con tropezones
este mundo que pone la pata traidora
seguro estará mirando a quien acusa
pero al menos yo me obligo a batallar
contra mí, contra la mentira y la soledad
triunfar me parece que es ganar felicidad
y dar lo que mas queremos guardar
la bendita capacidad de amar ahora
será que Dios es creer o claudicar.