Estoy de frente de costado,
mirando con el rabillo del ojo
Ahuyentando espectros furibundos,
saltando este charco de piedad
Me miro el ombligo en el espejo,
y tu cara detrás murmurando
Sabiendo bendecir las pesadillas y maldiciendo cada sueño
Buscando un fajo de amor,
la bolsa o la soledad, la tristeza o la vida
Y entretanto, observas el futuro con una bola supersticiosa
Venís lentamente con tu sonrisa enjaulada,
y vuela en libertad
De vez en cuando podes creer que hay ciertas certezas
Otras, te persigue la duda pero logra alcanzarte cuando doblas la esquina
Y yo, caminante de otros barrios, te encuentro divina, fugaz, entendida
Te espero unos minutos en la tregua, y quiero hacerte el amor…no la guerra.
No sabìa que tenias un blog. Ahora lo sè. Ahora comprendo como conoces al frìo de cerca. De vez en cuando tambièn lo visito. De vez en cuando veràs reflejos de èl en mi muro... muy modestamente!
ResponderEliminarCasí un siglo sin pegarme una vuelta por este barrio, un barrio ajeno con mi nombre, fuí homenajeado pero falté al acto. Se presentaron todos los vecinos encumbrados, las viejas chusmas y un intendente cocainómano. Pero no pude ir. Tomo la palabra el funcionario, no funcionó, hablaba demasiado rápido. Todos aplaudieron, y gritaron viva el doctor, pero el tipo era administrador de empresas, sus empresas. Yo nunca pude llegar. Uno de los conspicuos ciudadanos de buen pasar y moral intachable, fué hacia el intendente y estrecho su mano derecha, con la izquierda llamaba a su mujer. Dos niños miraban. Ellos entendian que no había nada que entender. Un cartonero pasó. La gente se fue retirando a sus respectivos domicilios mientras la policía charlaba de sus cosas, y de las nuestras. Nunca quise ir. Es un barrio muy alejado.
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